EL ACORAZADO POTEMKIN DE SERGEI EISENSTEIN (1925): CRÍICA
El Acorazado Potemkin es una película
muda de Sergei M. Eisenstein filmada en
1925 en la antigua Unión Soviética, con 77 minutos relata los hechos ocurridos
en 1905 cuando la tripulación del acorazado de Potemkim cansados del maltrato
injusto de los oficiales, deciden realizar un motín. La razón detonante es la
carne podrida que quieren que estos marineros coman, así empezando la chispa
revolucionaria en Odesa y toda Rusia.
Con 5 actos bien demarcados, esta
película ha logrado situarse como una de las mejores películas debido a su
aporte a la narración cinematográfica respecto a aspectos visuales; como son
las escenas con cámara inclinada. Además, a esta película pertenece una de las
escenas más famosas como es La Escalera de Odesa, cuando los militares le disparan
al pueblo para acabar con el apoyo a los rebeldes. Llena de escenas sensibles y
dolorosas, como cuando una madre es alcanzada por un disparo y el coche del
niño rueda en las escalinatas, esta escena ha sido homenajeada por varios
directores a través de la historia del cine.
Esta película transmite una sensación
agridulce al espectador, donde se exalta la fuerza de una población unida y se
contrasta con la violencia; es que este film es la suma de géneros de drama,
historia y guerra. Algo que se destaca es que lejos de dramas personales, aquí
se centra en personajes colectivos como son los marinos, habitantes de Odesa,
oficiales y soldados; con el objetivo de realzar los ideales revolucionarios de
1905.
La gran influencia que ha causado
este film es debido a la innovación del montaje de escenas, que mantiene el
ritmo adecuado para crear sensación de caos y temor, y hace encuadres de primer
plano que dan una expresividad a la imagen y transmiten emociones como son las
del sufrimiento de las madres en la escalinata.
Más allá del reconocimiento que
obtuvo este film, Eisenstein logró transmitir con su película aquel espíritu
revolucionario de aquella época, utilizando nuevos recursos fotográficos, y
produciendo una empatía con la historia, especialmente cuando uno comprende el
sacrificio que provoca seguir un ideal.
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