SONG SONG AND LITTLE CAT (ALL THE INVISIBLE CHILDREN) DE JOHN WOO: CRÍTICA

Song Song and Little Cat es un cortometraje dramático que forma parte, junto a otros seis más, de All the Invisible Children con una duración completa de 116 minutos y producido en Italia. Su director es John Woo retrata cómo dos niñas de una misma ciudad, a pesar de vivir vidas completamente opuestas pero paralelas están envueltas en un completo caos de infelicidad.

Para este film, ocho de los directores más reconocidos del panorama cinematográfico se unen en esta iniciativa solidaria liderada por UNICEF, para retratar las historias de lucha y adversidad de niños anónimos alrededor del mundo. Se cuentan siete historias de siete "niños invisibles".

John Woo escribió y dirigió este relato que cierra la película,  “Song song and little cat” que retrata el contraste de experiencias vivenciales en su ciudad natal, a través de dos niñas cuyas vidas rozan dos extremos encontrados. Dos niñas que desafían la sensibilidad humana porque son capaces de reír por encima de la crueldad y de las tensiones familiares a que son expuestas.

Escena de Song Song and The Little Cat
El director escogió el camino de la lucha de contrarios, y llevó al mundo de la infancia la confrontación clasista, sobre todo en el instante de la afinidad que provoca la inocencia a partir de una simple sonrisa o del recuerdo a un juguete perdido. Woo ha escrito un guión complejo y a la vez sencillo. Con él pretendió centrar en planos paralelos los elementos más sobresalientes de sus personajes. Tuvo la luz larga de no ser antojadizo. Encendió el sentimiento de esas menores con una cámara indiscreta y no se detuvo hasta mostrarle al espectador el fondo de sus corazones, marcados por la mentira y el engaño. El guión, lleno de sesgos conceptuales dichos con sencillez ejemplar, sobresale, además, por su equilibrio estético. No nos entretiene con devaneos. Sabe crecer hasta el mismo desenlace porque no fue escrito para deslumbrar. Esta es una historia filmada y sudada en la calle que nos pellizca la piel a cada instante. De esas historias que no hacen llorar porque acrecientan la rabia interior contra la degeneración del género humano.


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